otros Aspectos
formales de Romancero gitano.
Al
margen de la hondura de los temas, el mérito de la obra radica en la forma en
que se han convertido esos temas en asunto literario. Entre los recursos que
definen el estilo de la obra se pueden señalar los siguientes:
1.- La base realista.
En
el libro existe una perfecta armonía entre la imaginación más audaz para crear
metáforas o imágenes sorprendentes y la base sólidamente realista de lo que se
poetiza. Lorca parte de acontecimientos absolutamente reales y los transforma
en un mundo propio, de sabor mítico.
Así
en el romance primero, por ejemplo, se presenta la muerte de un niño, de noche,
en presencia únicamente de la luna. Lorca presenta el suceso con una
transformación de planos que convierte a la luna en ejecutora activa de la
muerte y al niño en víctima de ella.
En el segundo, una joven gitana es sorprendida
de noche por una tormenta. Esa realidad objetiva es interpretada poéticamente
como un acto voluntario de agresión por parte de un viento humanizado.
Para
subrayar esta conexión con la realidad, Lorca nos aclara en bastantes ocasiones
aquellas metáforas muy audaces en las que se ha alejado demasiado del referente
del que partió. Así en el romance primero “las
cabezas levantadas y los ojos entornados” explican el sentido de “bronce y sueño” con que se describe a
los gitanos que regresan fatigados en la oscuridad de la noche. En el segundo,
“Preciosa tira el pandero” explica el
metafórico “luna de pergamino”. En el décimo “los breves lutos celestiales” están
aclarados con “zapatos de charol”. En el último, “Thamar estaba cantando” aclara el
sentido de los versos anteriores: “Thamar
estaba soñando / pájaros en su garganta”.
2. -
Vivificación o personificación de lo inerte o lo animal.
Otra
de las características permanentes en la poesía de Lorca es su capacidad de dar
vida a lo inerte, de humanizar animales, de animalizar objetos, situaciones o
accidentes atmosféricos.
Así
en Preciosa
y el aire “los olivos palidecen” al enseñar el envés de las hojas movidas por
el viento; en el Romance sonámbulo
los faroles “tiemblan” y la
superficie del agua es “el rostro del
aljibe”. En Muerto de amor la
noche “llama temblando / al cristal de
los balcones” y en el Prendimiento de
Antoñito el Camborio “tiritan los
cuchillos”. En La monja gitana la
luz “juega al ajedrez / alto de la celosía”.
En
muchos de estos casos Lorca atribuye a elementos no humanos reacciones de
simpatía o conmiseración hacia los personajes.
En
otras ocasiones los elementos se desentienden de los problemas del protagonista
o les son claramente hostiles. Así ocurre en el Romance de la Guardia Civil cuando “el alba meció sus hombros /
en largo de perfil de piedra”. En el Romance
sonámbulo el monte convertido en “gato
garduño” “eriza sus pitas agrias”.
Todo
esto contribuye a la creación en todo el Romancero
de una atmósfera cargada de dramatismo, de un paisaje que se impregna de
las emociones y las creencias de los personajes.
3.- Sensualismo
y atención a lo concreto.
Lorca
practica una escritura alejada de lo conceptual y circunscrita a lo concreto y,
preferentemente, a lo que se capta sensorialmente. El poeta, que entendía como
condición básica para ser poeta el uso de los cinco sentidos, hace en el Romancero una exhibición de captación
del entorno a través de estos. Un ejemplo es La monja gitana, donde aparecen referencias a la vista (cal, tela pajiza, siete pájaros del prisma), el oído (silencio),
el olfato (mirto y todas las flores),
el gusto (cinco toronjas se endulzan) y el tacto (le despega la camisa).
Estas
percepciones sensoriales son ofrecidas con mucha frecuencia mediante audaces
sinestesias, siempre ligadas a construcciones metafóricas. Por ejemplo, en Muerto de amor “clamaban las luces / en
los altos corredores” y en Reyerta
“sangre resbalada gime / muda canción de serpiente”. En ambos
casos se transmiten percepciones visuales ayudándose de sensaciones auditivas.
Además
Lorca consigue hacer tangibles las sensaciones, los sentimientos. Sabemos de la
amargura de Soledad Montoya porque llora “zumo
de limón / agrio de espera y de boca”.
El carácter violento de la Guardia Civil lo conocemos porque ocultan en su
cabeza “una vaga astronomía / de pistolas
inconcretas”. En otros casos son situaciones las que se materializan como
la violenta discusión entre los gitanos que se convierte en “un toro” que “se sube por la paredes”
Hay,
además, una abundancia de indicaciones horarias y cuantificaciones exactas que
tienden a facilitarnos la reconstrucción imaginativa de los sucesos poetizados.
Por ejemplo, en “Muerto de amor” la
madre dice “cierra la puerta, hijo mío /
acaban de dar las once”; ante los
gritos de Preciosa acuden “tres
carabineros”; a Antoñito el Camborio lo prenden “cinco tricornios” y acaban con su vida “cuatro puñales” (metonimias); en “Reyerta” mueren “cuatro
romanos y cinco cartagineses”.
4.- Condensación verbal, sinestesia y
metáfora: neogongorismo
En
una conferencia titulada La imagen
poética en don Luis de Góngora, Lorca recoge reflexiones estéticas que se
sitúan entre los movimientos de renovación de los años veinte y que explican la
influencia de Góngora en sus metáforas, así como en cierto grado de hermetismo
en muchos romances.
Lorca
tiene una extraordinaria capacidad para encerrar en escasas palabras una enorme
cantidad de sugerencias y apreciaciones. Su estilo se caracteriza por la
densidad verbal que le lleva a crear expresiones muy sintéticas, como en el “Romance sonámbulo” “el barco sobre la mar / el caballo en la montaña” que sugiere la
actividad de contrabando a que se dedica el amado, o “cara fresca, negro pelo” que recuerda la belleza de la mujer cuando
vivía. Recurre en estos y otros muchos casos a la nominalización (ausencia de
verbos) y a la yuxtaposición. En otras ocasiones estas expresiones sintéticas van
ligadas a brillantes metáforas, como Antoñito el Camborio dando “saltos / jabonados de delfín”.
También
se consigue esta condensación mediante los desplazamientos
calificativos, que consisten en el traslado de una cualidad desde su
soporte natural a los alrededores físicos del mismo. El intento de explicar
estas expresiones hace necesario recurrir a largas frases para recoger todo el
contenido. Así tenemos desplazamiento calificativo, por ejemplo, en la “oración decapitada” de Santa Olalla.
Por
su parte, las metáforas aparecen frecuentemente con sustitución plena del
objeto real (metáfora pura), que la
imaginación del lector debe interpretar, apoyándose en el contexto y en su
conocimiento de los recursos expresivos de Lorca. Son saltos de los peces las “glorietas de caracolas” de Preciosa y el aire, o peces los “gitanos del agua” del mismo poema;
portazos los “truenos” de “Muerto de amor”; una nube rasgada en el
amanecer, el “pez de sombra” del Romance
sonámbulo.
5.- Carácter popular y recursos tomados
del Romancero medieval: neopopularismo.
El
romance lorquiano es un romance culto, pero utiliza muchos de los recursos de
una remota tradición oral. Al ámbito más popular pertenecen el ritmo
deliberadamente musical de muchos romances (“el niño la mira, mira / el niño la está mirando” del Romance de la
luna, luna), así como los asuntos que tratan: peleas, suicidio por amor,
etc. así como expresiones coloquiales o entroncadas con giros flamencos.
Además
también entronca con el espíritu y los recursos del romancero medieval, como
son los siguientes:
a. Hay calcos directos de expresiones tomadas
del romancero medieval, como “¡Míralo
por dónde viene!” de Preciosa y el
aire, o como la metáfora del Romance
de la pena negra, “las
piquetas de los gallos/ cavan buscando la aurora”, inspirada en el verso de
Mio Cid “Apriessa cantan los gallos e
quieren crebar albores”.
b.
También es perceptible la reminiscencia medieval en la intervención de aves agoreras, como la zumaya que anuncia la muerte
del niño en el romance primero.
c. Tiene
sabor medieval la utilización del adverbio “ya”
para asomarnos a las acciones dramáticas como sucedía en el Romancero medieval:
“Ya mi talle se ha quebrado / como caña
de maíz” dice Antoñito el Camborio.
d.
Recuerda a los romances medievales la presencia frecuente de diálogos dramáticos, que aparecen sin verba dicendi, entre los personajes o
entre el poeta y los personajes: “¡Preciosa,
corre, Preciosa / que te coge el viento verde!”
e.
El fragmentarismo es el recurso
medieval de mayor rendimiento: el desdibujamiento de los perfiles argumentales,
la presentación directa de acontecimientos dramáticos (“Voces de muerte sonaron / cerca del Guadalquivir”, en “Muerte de Antoñito el Camborio”), la creación de escenas en
que se selecciona exclusivamente el momento.
f. Usa los tiempos verbales con los
valores propios del romancero medieval; por ejemplo, el imperfecto de indicativo
no indica pasado, sino subjetivismo, afectividad, “Temblaban en los tejados / farolillos de hojalata” (Romance sonámbulo); las alternancias
temporales “La luna vino a la fragua” /
“el niño la mira, mira” del Romance
de la luna, luna.
g.
Las repeticiones que aparecen de
diversas formas: en las frecuentes reduplicaciones como “el aire la vela vela” del Romance
de la luna, luna, “por el monte monte
monte” de San Miguel; anáfora,
anadiplosis y epanadiplosis: “Verde que
te quiero verde / verde viento, verde
rama” (Romance sonámbulo);
paralelismos: “dejando un rastro de
sangre / dejando un rastro lágrimas”
(Romance sonámbulo).
h.
Lorca quiso fundir el romance narrativo
y el romance lírico tradicionales. Así podemos distinguir en la mayoría de
los romances hasta tres niveles textuales, y en algunos casos dos.
Hay
siempre un primer nivel narrativo
(episodio o anécdota) en tercera persona,
excepto en La casada infiel, focalizado
en primera persona. En muchas ocasiones introduce fragmentos dialogados, creando breves escenas dramáticas entre los
personajes o entre estos y el poeta (Muerte
de Antoñito el Camborio). Existe un tercer
nivel que podría llamarse lírico-expresivo, constituido por breves
intervenciones exclamativas o interrogativas que constituyen comentarios o
interpelaciones a los protagonistas. En muchos casos el elemento lírico y el dramático se unen.
6. Coherencia.
La
coherencia constructiva de Lorca se pone de manifiesto en su capacidad de conseguir
poemas de concepción perfecta y cerrada, en los que cada uno de los elementos
presentes, estilísticos, cromáticos, paisajísticos, tiene una razón de ser
directamente conectada con el sentido del poema en que se integran. Así, en los
romances dedicados a Antoñito el Camborio, que iba a Sevilla a ver los toros,
se prodigan las metáforas taurinas. Y en el Romance
de la Guardia Civil todo está cargado de connotaciones negativas para
sugerir el ambiente de violencia y muerte.